Ser celíaco y no saberlo conlleva una serie de riesgos en ocasiones graves ya que puede causar depresión, infertilidad o diabetes, y ese riesgo lo corren muchas personas si tenemos en cuenta que el 85 % está sin diagnosticar.
En la víspera del Día Nacional del Celíaco, la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (Face) llama la atención sobre los riesgos del infradiagnóstico y la importancia de un diagnóstico a tiempo para que el paciente inicie cuanto antes el único tratamiento posible: una estricta dieta sin gluten de por vida.
De no ser así, puede tener vómitos, fatiga crónica, dermatitis herpetiforme, falta de apetito, apatía o retraso en el crecimiento, pero existen otras patologías mucho más graves y desconocidas como depresión, diabetes, infertilidad, aborto o linfoma.
No obstante, hay personas celíacas que no presentan ninguno de estos síntomas y es el mismo el daño que el gluten causa en su organismo.
La celiaquía es una enfermedad autoinmune del aparato digestivo que afecta a un 1 % de la población española, aunque el número de diagnosticados crece a un ritmo del 15 % cada año, y está provocada por el gluten en sujetos genéticamente susceptibles.
El diagnóstico se realiza mediante un examen clínico cuidadoso y una analítica de sangre, que debe incluir los marcadores serológicos de enfermedad celíaca, y para confirmarlo se realiza una biopsia intestinal sin retirar el gluten de la dieta. Esta prueba consiste en la extracción de una muestra de tejido del intestino delgado superior para ver si está o no dañado.
La situación del diagnóstico de la enfermedad en edad pediátrica ha mejorado en los últimos años, pero no ocurre lo mismo con los adultos, ya que se manifiesta con síntomas más inespecíficos y existe una tendencia a que se confundan con otras patologías. Esto hace que muchos pacientes se pasen años dando vueltas de una consulta a otra sin ser diagnosticados, de ahí que la federación de celíacos incida en la importancia de renovar el protocolo de diagnóstico precoz de hace nueve años y que se incluya un protocolo se seguimiento porque casi la mitad de los afectados no realizan bien la dieta.
Y si tienen esa intolerancia permanente al gluten -el nombre genérico de las proteínas tóxicas del trigo, también presentes en otros cereales, como la cebada, centeno y avena- se produce en su organismo una lesión inflamatoria crónica de la mucosa del intestino delgado.
Esa lesión intestinal puede causar una absorción inadecuada de los nutrientes de la dieta (proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas).
La edad de inicio de los síntomas, en el caso de los niños, según el pediatra y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares José Ángel Gómez Carrasco, tiende a retrasarse, en parte debido a la recomendación de prolongar la lactancia materna y también porque se aconseja retrasar la introducción del gluten en la alimentación infantil.
Se recomienda a los padres acudir al pediatra, según Gómez, «en casos con retraso del crecimiento o si se dan síntomas digestivos clásicos, como vómitos frecuentes, diarrea prolongada, estreñimiento, distensión abdominal, dolores abdominales no explicados, además de atrofia muscular, inapetencia persistente y carácter anormalmente irritable».
En caso de que exista un familiar de primer grado diagnosticado, en casos de anemia ferropénica (por deficiencia de hierro) de causa no explicada o con mala respuesta al tratamiento y en el caso de determinadas enfermedades o fenómenos de autoinmunidad (tiroiditis, diabetes tipo I, dermatitis herpetiforme) también se aconseja la consulta de un médico-pediatra.
Otros motivos para acudir son si se detectan anomalías en el esmalte dentario, retraso puberal o niños con deficiencia selectiva de inmunoglobulina A. En los niños con síndrome de Down, Turner o Williams es aconsejable hacer las pruebas porque todos ellos tienen especial susceptibilidad a padecer esta enfermedad.