Con solo tres años de existencia, Orgull Llonguet ha conseguido que la llonguetada previa a la noche de la Revetla se haya convertido en una serie de platós multitudinarios repartidos por diversos lugares de la ciudad, donde el popular panecillo fue el indiscutible protagonista.
Las plazas París y del Tubo y, al menos, otros nueve locales se sumaron a esta iniciativa.
Se vendieron cientos de pañuelos amarillos distintivos de querer unas fiestas diferentes y más completas que las que ofrece el Ajuntament de Palma y que tienen en este panecillo símbolo de los palmesanos, como sabrosa excusa.