El cáncer de mama durante el embarazo es escaso pero existe y, para estas mujeres, al mazazo del diagnóstico se suman las dudas sobre si continuar adelante con la gestación, aunque en la mayoría de los casos los oncólogos aseguran que es posible tratar el tumor sin peligro para el bebé.
De cada 100.000 mujeres embarazadas, 15 tienen cáncer de mama, según ha explicado con motivo del Día Mundial contra el cáncer de mama el oncólogo Antonio Cubillo, director de la primera Unidad en España y Europa dedicada específicamente al tratamiento de pacientes diagnosticadas de cáncer durante el embarazo, en el Centro Integral Oncológico Clara Campal del HM Sanchinarro (Madrid).
Es el caso de Marga Alonso que padeció la enfermedad mientras esperaba a su cuarto hijo hace 12 años, cuando en España incluso para muchos médicos era impensable compatibilizar embarazo y tratamiento.
Esta abogada, que entonces tenía 37 años, reconoce que se quedó «estupefacta» cuando su ginecólogo le planteó que tenía que elegir entre ella y el niño.
«Decidí que los dos nos íbamos a salvar costara lo que costara» y, después de un peregrinaje por los oncólogos más prestigiosos de Madrid llegó a la consulta del doctor Javier Hornedo, que fue el primero que le aseguró que era posible tratarla con quimioterapia durante la gestación y posteriormente, Miguel Martín, actual presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), llevó su tratamiento. «Me dio mucha confianza».
Si habitualmente el abordaje del cáncer de mama es multidisplinar, en el embarazo aún lo es más y requiere de una coordinación muy buena entre los servicios de obstetricia y oncología para ponerse de acuerdo en los tiempo, tal y como ha explicado el oncólogo médico y miembro del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), Juan de la Haba.
«Nos deja opciones a realizar lo que habitualmente hacemos a una mujer que no está embarazada. Lo que sí es importante es llevar a cabo una vigilancia muy activa sobre el feto y controlar los efectos secundarios y la toxicidad», subraya.
El doctor Cubillo explica que durante el primer trimestre del embarazo no es conveniente utilizar quimioterapia debido al riesgo de teratogenicidad (malformaciones) o abortos, por lo que se suele practicar la cirugía como primera maniobra terapéutica.
Sin embargo, durante el segundo y tercer trimestre se puede recurrir a la quimioterapia sin grandes peligros adicionales para el feto y poder llevar la gestación a término.
Pilar Maidana, de 40 años, supo el mismo día que estaba esperando un hijo y que aquel bultito que había descubierto en su mama izquierda era un cáncer.
«Hasta el último momento no me lo podía creer, pensaba que sería un quiste sin importancia», recuerda Pilar, que admite que a pesar de que tenía un retraso, tampoco se quería creer que podía estar embarazada en medio de tantas pruebas médicas y ante la posibilidad de la enfermedad.
Tras superar la semana 14 de embarazo, Pilar empezó el tratamiento con quimioterapia durante 6 meses. «No he sido muy consciente de mi enfermedad, pensaba más en el bebé y emocionalmente sólo me sentí afectada cuando se me cayó el pelo», explica.
Pilar tampoco se planteó nunca interrumpir su embarazo, a pesar de que fue la primera recomendación que recibió de su médico y, con 39 años y dos hijos de un anterior matrimonio, tenía muy claro que quería repetir la maternidad con su nueva pareja.
Así fue, y a las 40 semanas de embarazo nació Malena, con más de 3 kilos de peso. «A pesar de que hay momentos de bajón, ella me da fuerzas para seguir», afirma.
El haber sido madre anteriormente fue uno de los motivos que llevaron a Marga a seguir adelante con su embarazo a pesar de que el camino «fue bastante duro» ya que apenas le pudieron administrar calmantes tras las mastectomía y durante el primer ciclo de quimioterapia padeció una hepatitis medicamentosa. «Casi no lo cuento».
Pero finalmente y tras un parto programado en la semana 30 de gestación, nació Miguel, un niño «muy chiquitito», pero «un luchador nato» que 12 años después está «perfecto».
«Cuando tomé la decisión no tuve ninguna duda de que me iba a curar y de que iba a ver a mi hijo durante muchos años. Los médicos no me habían dado muchas esperanzas, pero era una absoluta certeza mía», concluye.