El misionero Mallorquín Miquel Parets Serra ha fallecido en Perú a los 84 años, después de una vida entregada a las misiones, según ha informado la secretaría de comunicación del obispado de Mallorca. El funeral en Mallorca se celebrará el jueves, 2 de junio, a las 20.00 horas, en la Parroquia de Santa María del Camí.
El cuerpo del misionero ha sido velado en su parroquia de San Cristóbal (diócesis de Chosica) y, acto seguido, ha salido hacia el Penal de Lurigancho -donde Paredes ha ejercido su labor en la última etapa de su vida- y al Penal de Castro Castro. Este martes será enterrado en el Santuario de San Martín de Porres por decisión del Obispo Norberto Strotmann.
Parets Serra, ordenado de presbítero en 1957, tuvo su primer contacto con las misiones en 1961, cuando llegó a Burundi. Se puede considerar uno de los pioneros en la consolidación de la colaboración de Mallorca en Burundi de manera continuada.
Así, en el mes de diciembre de 1965 Monseñor Nestor Bihonda, obispo auxiliar de la archidiócesis de Gitega (Burundi), viaja a Mallorca acompañado por Miguel Paredes y plantea al obispo de Mallorca Monseñor Rafael Alvarez Lara la posible colaboración de Mallorca con Burundi.
Durante la Semana Santa de 1973, Parets Serra comienza su calvario personal de acusaciones por parte de las autoridades civiles de Gitongo por supuestas acciones políticas, con juicios ante el gobernador de Gitega. En los juicios se demuestra la falsedad de las acusaciones y no se encuentran motivos para expulsarlo del país, pero se ve obligado a abandonar la provincia de Gitega. Así, comienza su largo éxodo con el que va a residir en otras parroquias con Padres Blancos y curas nativos, hasta su expulsión del país, en el mes de octubre de 1979, junto con otros cincuenta y dos misioneros.
En concreto, 18 años más tarde se trasladaría a Cajamarca, Perú, donde haría estancia durante 8 años más en dos etapas.
Es en 1990 cuando, a petición del obispo de Muyinga, Monseñor Roger Mpungu, vuelve a Burundi para trabajar en la parroquia de Gitaramuka (Muyinga). La situación política ha cambiado, los misioneros son bien recibidos y se pide a la Diócesis que restablezca su presencia en la archidiócesis.
Pese a todo, tiene que volver a Mallorca, ya que en el mes de octubre de 1993 estalla una guerra civil entre 'hutus' y 'tutsis' y entre partidos políticos que durará cerca de 15 años. El Obispo de Mallorca ordena los misioneros que dejen el país. De forma que reside tres meses en Ruanda antes de volver a Mallorca.
En 1999 vuelve a Perú, concretamente en la Parroquia de San Cristóbal (Diócesis de Chosica) con un encargo especial para la Pastoral Penitenciaria a los 'penales' de Lurigancho y Castro Castro.