La cabra salvaje mallorquina contribuyó a mantener la diversidad vegetal en la isla, según un estudio que aborda el comportamiento trófico de dos variedades de cabras presentes en Mallorca.
Según el trabajo, publicado en la revista 'Applied Animal Behaviour Science', ambas especies, el boc balear o cabra salvaje mallorquina y la asilvestrada, afectan de igual manera a la vegetación. De este modo, señala que al alimentarse de las especies de plantas más abundantes, favorece la proliferación de las menos dominantes.
Así, señala que a finales del Neolítico, hace unos 4.500 años, se introdujeron cabras en Mallorca, que permanecen en libertad desde entontes y conforman una variedad propia con interés turístico y cinegético: el actual boc balear.
En tiempos más recientes se han introducido cabras domésticas (Capra hircus), procedentes de la Península Ibérica que, una vez asilvestradas, se han hibridado con el boc. El resultado es que en Mallorca conviven, por un lado, poblaciones libres de boc y, por otro, cabras asilvestradas.
Según el investigador del CSIC Jorge Cassinello, a diferencia de otros casos de herbívoros introducidos en islas, que suelen representar una amenaza sobre la comunidad vegetal, el boc probablemente ocupó el mismo nicho ecológico que dejó vacío el Myotragus balearicus, un herbívoro de tamaño medio extinguido.
Cassinello, investigador en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (mixto del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha, y la Junta de Castilla-La Mancha), ha subrayado que la presencia del boc, por tanto, habría ayudado a mantener la diversidad vegetal propia de la isla, ya que, al alimentarse de las plantas más abundantes, disminuye su presencia y proliferan otras, con lo que aumenta la riqueza específica de la comunidad vegetal.
«Este estudio puede ayudar a resolver la polémica existente en Mallorca sobre el supuesto papel negativo de las cabras asilvestradas sobre la cubierta vegetal. No encontramos diferencias conductuales relevantes entre estas y las de origen neolítico, con lo que podríamos concluir que ambas variedades de cabras ejercen una similar presión sobre la cubierta vegetal isleña», ha concluido el investigador del CSIC.