MARTA BERARD-BATHALAPALLI
Ante varios miles de indios procedentes de los pueblos en los que Vicente Ferrer llevó a cabo su labor humanitaria, el cooperante español fue enterrado ayer con la esperanza de los asistentes de que su «espíritu» continúe siempre vivo en la India.
Vestida de riguroso blanco, como manda la tradición funeraria hindú, la viuda del humanista catalán, Anna Ferrer, dijo durante la ceremonia que su marido continúa «vivo» en los pueblos del distrito de Anantapur, epicentro de su obra social, y en los corazones de quienes le conocieron.
Anna Ferrer pronunció un breve discurso en telugu, lengua propia del estado meridional de Andhra, al que pertenece Anantapur, en el que, además de las palabras de recuerdo a su difunto marido, aseguró que la ONG continuará con la labor emprendida por su marido. El hijo del filántropo catalán que cargó a hombros el féretro de su padre junto a otras personas, se comprometió también públicamente a continuar con el legado de Ferrer, fallecido el pasado viernes a los 89 años debido a una parada cardiorrespiratoria.
El ministro de Andhra informó que las autoridades levantarán una estatua en honor a Ferrer, a quien describió como una persona «apolítica que tenía buenas relaciones con todos». También agradeció la presencia del presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, quien acudió en representación de España al sepelio, al que asistieron unas 15.000 personas.
El presidente del Congreso, el único que habló en español, recordó a los presentes una ocasión en la que preguntó a Vicente Ferrer cuál era su religión. «Creo que el mundo y la pobreza tienen arreglo, creo que la única solución vendrá del amor. Esa es mi religión», le respondió el cooperante, según evocó Bono.
La ceremonia fúnebre, que se inició hacia las 11.00 horas (hora local) tuvo lugar al aire libre, en una explanada en el municipio de Bathalapalli, donde la organización tiene su hospital más importante, bajo una sencilla estructura metálica cubierta con un telar de vivos colores.