Pensar en Navidad equivale a gastos extra en el hogar y encuentros familiares. En estas fechas, la crisis económica puede aumentar las emociones negativas y agudizar las rivalidades y envidias con los más cercanos. No en vano, estas fiestas despiertan sentimientos de tristeza en un 80% de las personas que las celebran en familia.
«La Navidad por sí sola no genera rechazo alguno», asegura el psiquiatra Norberto Mascaró, experto en terapia familiar, «pero sí es cierto que las ausencias o el recuerdo de episodios conflictivos anteriores despiertan ese sentimiento» en tantas personas, según estimaciones de diversos estudios.
Y en esta realidad, la incertidumbre económica puede unir o ser una amenaza para convertir estas fechas en foco de discordia. En definitiva, pondrá a prueba las «buenas» relaciones.
Las encuestas de consumo que se publican estos días coinciden en que habrá una reducción de gastos, pero también cambios para más de la mitad de los españoles en las costumbres de esta celebración que, cada vez más, se resume en comidas y regalos.
Según un sondeo del CIS sobre sentimientos y comportamientos ante la Navidad, son más las personas que asocian este período con un «incremento de los gastos» que los que citan «ilusión para los niños», «diversión, cenas, reuniones con amigos» o «fiesta familiar».
Casi todos las viven acompañados. Un 44% acostumbra a cenar en Nochebuena en casa con más familiares, un 22'4% en el domicilio de sus padres o de sus suegros y en torno a un 4% solos en su vivienda. El resto acude a casa de los hijos, los amigos u otros parientes.
Y este es el primer punto de fricción: «Todos los años discutimos dónde toca comer y cenar, en una casa o en otra, con los padres o los suegros, los hermanos, los sobrinos, sus parejas, los niños... Pensar qué comer y salir a comprar regalos, sin saber qué y con las tiendas llenas me agobia», reniega un ama de casa madrileña, sin más dificultades económicas que otros años.