La dificultad de compatibilizar los hábitos de vida modernos con una alimentación sana está incidiendo en el aumento de la obesidad y de las enfermedades asociadas al sobrepeso, tendencia que si no se rompe podría desembocar en el hecho de que los hijos puedan llegar a vivir menos que sus padres. Es cada vez más alto el porcentaje de niños con problemas de sobrepeso en nuestro país; de hecho, España es el tercer país con mayor número de población infantil con este tipo de trastorno, por detrás de Estados Unidos y Reino Unido.
Son algunas de las conclusiones del estudio de la Fundación «La Caixa» sobre «Alimentación, consumo y salud», que analiza los problemas que están emergiendo en relación con estos ámbitos, condicionados en gran parte por la forma de vida que llevamos. «Factores sociales como la organización doméstica, el lugar donde compramos o el papel que asume el ama de casa influyen en qué se come, cuándo, dónde y para qué», explicó Cristóbal Gómez, profesor de sociología de la UNED y uno de los coordinadores del estudio.
El ritmo de vida determina la alimentación, y el consumidor nunca había tenido tanta información y también tanto desconcierto, según Cecilia Díaz, profesora de sociología de la Universidad de Oviedo, quien opina que «no sabemos lo que comemos».
«Ahora aprendemos lo que es bueno para comer a través de los medios de comunicación, las revistas o internet, y no a través de las madres, como hace unas décadas», añadió, por lo que la información que recibimos es la de instituciones «que dan recomendaciones basadas en conocimientos científicos».
El informe describe cómo hemos pasado en las últimas décadas de una sociedad con carencias alimentarias a otra con sobreabundancia y con hábitos de vida poco saludables, que abren el camino a nuevas enfermedades como consecuencia de estilos de vida sedentarios.