Un empresario inmobiliario de Eivissa tuvo que sentarse ayer en el banquillo ante la Audiencia Provincial después de supuestamente haber se quedado con 9.000 procedentes de una señal entregada por una mujer para la compra de un piso que, al fina, fue enajenado a otra persona. La inmobiliaria devolvió esta cantidad a la afectada casi cinco años después de que se firmara el contrato de arras. Ello motivó la retirada de las acciones legales que ésta había emprendido en su día, pero el fiscal decidió mantener la acusación contra el sospechoso al entender que se había podido cometer un presunto delito de apropiación indebida.
El acusado, R.P.A., proclamó ante el tribunal su convencimiento de que su actuación había sido correcta y responsabilizó de todo los sucedido -y de la demora en la devolución de los 9.000 euros- al vendedor que, según opinión, había incumplido su pacto con la inmobiliaria conociendo sus obligaciones contractuales. Pese a ello, el fiscal pidió para el acusado una condena de un año y medio de prisión.
La cuestión de fondo del litigio ha estado durante toda la causa en el cobro de los honorarios a los que, según la inmobiliaria, tenía derecho tras «cumplir y hallar» un comprador para un piso del edificio «Transat» que era propiedad de un residente alemán.
La inmobiliaria contaba con un mandato de venta no exclusivo por un periodo de un mes y en el que, al parecer, se había fijado una comisión de 10.000 euros. El 8 de octubre de 2002 se firmó el contrato de arras con la que iba a ser la compradora. Semanas después, y sin que supuestamente se hubiera logrado ningún contacto con el propietario de la casa, éste comunicó con un fax que el trato quedaba anulado porque él ya había enajenado por su cuenta y riesgo el piso.
La afectada señaló ayer que desde la inmobiliaria se dieron excusas de todo tipo -incluidas la de que estaban muy ocupados- durante cinco años hasta que en enero, tres días ante del juicio por este pleito, la empresa decidió hacer frente a la deuda.
Honorarios
De igual manera, el vendedor alemán aseguró ayer que a él nunca se le reclamaron ningunos honorarios, de los que según él tampoco se habló, y que operó sin saber que se había pactado ya la venta de su piso. Éste afirmó también que intentó varias veces contactar con la inmobiliaria para decir que había vendido la casa pero que no lo consiguió hasta enviar un fax 20 días después.
«No se sabe si lo sucedido es fallo del vendedor o el comprador pero el caso es el que termina en el banquillo, cumpliendo con todo, es la inmobiliaria, con los perjuicios que causa esto. Es injusto», señaló el abogado que representaba a la empresa. «Lo que está claro es que no hubo dolo y que las inmobiliarias son las que se están viendo afectadas por situaciones de este tipo pese a ejercer sus derechos», añadió.
«No se devolvió el dinero por una cuestión de imagen y comercial. Primero se le brindó a la afectada la posibilidad de invertirlo en otro de nuestros pisos y cuando ninguno la satisfizo se le ofreció la posibilidad de demandar conjuntamente al cliente alemán, quien para nosotros es el responsable», explicó el padre del acusado, quien se presentó como asesor de los negocios de su hijo por su experiencia en el sector y quien ayer declaró de testigo en este juicio. «Es norma que el contrato de arras se diga que en caso de incumplir el vendedor tendrá que pagar el doble de la cantidad asignada si se le considera responsable. De todas maneras, todo el mundo sabe que cuando se entrega un dinero siempre existe el riesgo de perderlo», agregó cuando el tribunal quiso ahondar en las cuestiones que rodean a este tipo de negocios.