La vuelta de las, en ocasiones, largas vacaciones estivales, se nos hace cada vez más dura. Así lo asegura la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas (ANEPA) que alertó ayer que se ha registrado un aumento de los casos de síndrome postvacacional en España y, especialmente, de los más graves, vinculados a problemas depresivos o cambios de carácter hacia tendencias agresivas.
Por ello, esta asociación recomienda que desde las propias compañías se intenten minimizar los efectos adversos de la vuelta al trabajo, por ejemplo reduciendo las jornadas laborales de los que regresan de sus vacaciones.
El síndrome postvacacional surge ante la ruptura brusca entre el período vacacional y el aumento de las actividades derivadas de la vuelta al trabajo. Entre las manifestaciones generales de este síndrome -cada vez más común en nuestra sociedad del bienestar- se encuentran la debilidad generalizada, astenia, pérdida de apetito y de atención, con cambios de carácter y agresividad.
Se pueden dar también problemas de insomnio, alternados con somnolencia generalizada a lo largo de la jornada. La consecuencia más clara es la pérdida de concentración y tolerancia al trabajo, con sensación de desidia y hastío.Sin embargo, si estos síntomas se alargan más tiempo de lo normal, remiten a otro tipo de problema depresivo relacionado con otros factores y que, en los casos más graves, puede llevar a los trabajadores a una sensación de angustia vital que deriva en un bloqueo emocional en el que la persona se ve incapaz de tomar decisiones.
Y son precisamente estos casos los que están aumentando en nuestro país según ANEPA, que también alertó de la generalización de este síndrome en nuestro país, que hoy por hoy sufren casi todos los trabajadores.
Así, ANEPA alerta que los casos más graves de síndrome postvacacional pueden provocar la aparición de bruscos cambios de carácter, con tendencia a la agresividad. Además, se puede producir un descenso considerable en la cantidad y la calidad de las empresas que acometa el trabajador afectado, con lo que las tareas pueden ir acumulándose con otras nuevas y que la situación acabe provocando nuevas tensiones y angustias. Además, si la reincorporación al trabajo se produce en lunes, todos estos síntomas pueden agravarse aún más alertó la asociación.
Por todo ello, ANEPA indica que desde la iniciativa de las propias compañías y con apoyo de los trabajadores se puede conseguir que el impacto del síndrome se minimice, por ejemplo, haciendo que las jornadas laborales de las personas que regresan de sus vacaciones sean más cortas, manteniendo durante los primeros días la jornada intensiva. «Una buena manera de prevenir los efectos es planificar pequeños escapes, peñas salidas, encontrar una actividad que nos satisfaga plenamente, aunque sean cinco minutos para ir adaptándonos a la vida diaria», aseguró ayer el presidente de la asociación, Juan Carlos Bajo.
De cara a los trabajadores, ANEPA recomienda que el regreso de sus vacaciones sea «un par de días antes de la reincorporación laboral, con el fin de asimilar el cambio y buscar alicientes en cada día, y comprender que las vacaciones sólo son una parte más del año y que se terminan. En todo caso, se subraya que el trabajo «no es enemigo» del ser humano y que tiene atributos positivos.