EUROPA PRESS-BRUSELAS
La Comisión Europea propuso ayer una nueva estrategia para ayudar a
los Estados miembros y a las autoridades regionales y locales a
mejorar la calidad del entorno de las ciudades europeas, con el
objetivo de mejorar la calidad de vida, el empleo y las inversiones
en las zonas urbanas.
Bruselas, junto a las ciudades europeas más eficaces desde el punto de vista ambiental, han elaborado una serie de propuestas que, coordinadas con otros programas europeos, animará a las administraciones y organizaciones a invertir en proyectos clave sobre la reasignación de terrenos abandonados, la formación en gestión urbana y el transporte urbano sostenible.
Este último punto es esencial para minimizar los daños causados por la contaminación del aire que causa unas 370.000 muertes de forma prematura cada año en Europa. En este sentido, la ineficacia de los medios de transporte supone además para las ciudades un coste elevado debido a los atascos y a la dependencia de los transportes privados, que consumen más recursos que los públicos.
Además, inciden en la mala calidad del aire, los niveles elevados de tráfico y las emisiones de gases con efecto invernadero. De este modo, la Comisión aboga por la compra de autobuses poco contaminantes, y la promoción de los transportes en común para reducir el uso de utilitarios, que multiplican las emisiones de gases y a su vez colapsan accesos y vías de las ciudades.Por otra parte, Bruselas quiere atajar los problemas de urbanización irregular, gestión de deshechos y aguas residuales, contaminación acústica y mediocre calidad de las construcciones.
La Comisión, que tiene en cuenta que actualmente cuatro de cada cinco europeos residen en zonas urbanas, promoverá la formación en gestión urbana y la puesta en común de experiencias entre autoridades locales.
Para ello, creará una red piloto de puntos de contacto nacionales para mantener una estrecha colaboración entre los Estados miembros y las autoridades locales.
Dentro de este plan, las autoridades comunitarias buscan también facilitar el cumplimiento de la legislación europea en materia medioambiental, hoy en día una de las más violadas. La legislación de la UE relativa a la calidad del aire fija objetivos cifrados para diferentes contaminantes, mientras que la relativa al ruido impone programas para reducir la exposición de los ciudadanos de fuertes sonidos.