Las altas temperaturas que asfixian España han disparado los termómetros a pie de calle hasta temperaturas muy por encima de los 40 grados y los avisos de los diferentes organismos oficiales, mientras las alertas de colores bombardean a los medios de comunicación primero y a la sociedad después.
Antes de iniciarse oficialmente el verano, el Gobierno activó el Plan de Prevención de los Efectos del Calor, que entre sus principales novedades incluyó una ampliación de la gama de colores con los que identificaría cada uno de los niveles de alerta o de riesgo para la población.
Así, los riesgos asociados a las alertas por temperaturas extremas se identifican con el verde (nivel 0; ausencia de riesgos), el amarillo (nivel 1; de bajo riesgo); el naranja (nivel 2; riesgo medio); y con el rojo (nivel 3; alto riesgo). De acuerdo con esos niveles, Sanidad activó ayer la alerta naranja (riesgo medio) en la provincia de Zaragoza, y coloreó de amarillo (bajo riesgo) las provincias de Pontevedra, Huesca, Albacete y Almería.
Al margen de estos colores y niveles, la Dirección General de Protección Civil redujo ayer a cinco el número de Comunidades Autónomas que han sido avisadas del riesgo de que se registren temperaturas extremas, y situó la alerta, además de sobre Galicia y Castilla-La Mancha (dos provincias de estas Comunidades están alertadas por Sanidad), sobre Madrid, Asturias y Cantabria.Para hoy el abanico se abre, y merecen una mención específica de este organismo oficial, además de estas cinco comunidades, las temperaturas que se alcanzarán en Catalunya, Valencia, Andalucía, Castilla y León, el País Vasco, y Melilla.
El calor sacó ayer a la gente de las calles y pobló cualquier lugar fresco y sombreado, incluidas iglesias y catedrales, especialmente en Ourense, Cantabria y Asturias. Lo cierto es que el episodio de calor que está afectando a España como consecuencia de la entrada de aire africano alcanzará hoy los picos más altos de temperaturas, según explicó el jefe de Predicción del INM, Angel Rivera, quien consideró «muy difícil» que se repita la «ola de calor», aquella sí, de 2003.