JUAN LARA-CIUDAD DEL VATICANO
Benedicto XVI tendrá que afrontar importantes retos dentro de la
Iglesia católica de Roma y en un mundo cada vez más secularizado.
El papa Ratzinger ha sido durante más de 20 años brazo derecho de
Juan Pablo II y era el prefecto de la Congregación de la Doctrina
de la Fe, el ex Santo Oficio, desde la que guardaba con mano firme
la ortodoxia de la fe. Aunque en un principio se pueda pensar que
hay un «continuismo», religiosos y observadores vaticanos señalan
que después de 26 años de Pontificado Wojtyla, marcado por un
conservadurismo en materias de ética y moral y de funcionamiento de
la Iglesia, Benedicto XVI deberá tomar medidas que hagan que los
fieles «vuelvan los ojos de nuevo hacia la Iglesia».
Entre sus retos, el tema de la colegialidad es decir la relación entre la Curia y los episcopados nacionales, muchos partidarios de la descentralización del gobierno de la Iglesia.
Otro punto es la escasez de vocaciones, sobre todo en los países desarrollados, y la consiguiente disminución de sacerdotes. Cada día hay más parroquias sin sacerdotes y éstos tienen que multiplicarse para cubrir varios pueblos. Ante este problema, vuelve a surgir el tema del celibato. Juan Pablo II fue inflexible en este punto, pero cada día son más las voces, también dentro de la Iglesia, que se alzan para poner fin a esta tradición y permitir que un sacerdote pueda elegir si casarse o no. De todos modos no parece probable que Benedicto XVI vaya a cambiar en este punto.