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Los Príncipes de Asturias asisten al funeral por el abuelo de Letizia

El último adiós a José Luis Ortiz se celebró en una ceremonia íntima en Ribadesella

EFE-RIBADESELLA
Los Príncipes de Asturias asistieron ayer por la tarde al funeral, íntimo y familiar, por el abuelo paterno de doña Letizia, José Luis Ortiz Velasco, que en la madrugada de ayer y a los 82 años fallecía a causa de un cáncer de pulmón.

La pequeña iglesia de la parroquia de El Carmen, en el concejo de Ribadesella y próxima a «La Arquera», la casa propiedad de los abuelos paternos de la Princesa de Asturias desde hace casi veinticinco años, fue el lugar escogido por la familia para celebrar el funeral por José Luis Ortiz Velasco.

El fallecido y su esposa, Menchu Àlvarez del Valle, vivían desde su jubilación en esta casa de campo de pequeñas dimensiones situada en Sardeu, un bello pueblo rodeado de prados y montes y desde el que se divisa el cercano mar.

En «La Arquera», con muros de piedra y situada sobre una loma, lugar que los Príncipes de Asturias han visitado con frecuencia, siendo novios y ya casados, la última vez los pasados días 12 y 13 de marzo, doña Letizia pasó muchos veranos de adolescencia y juventud.

Los vecinos de la zona la recuerdan a ella y a sus hermanas, Telma y Erika, jugando con los niños de las casas cercanas. Ayer, la tranquilidad del lugar se vio alterada por la presencia de numerosos periodistas.

A la casa familiar llegaron los Príncipes alrededor de las tres de la tarde, procedentes de Madrid. Allí se reunieron con la abuela de doña Letizia, Menchu Alvarez del Valle, y con los dos hijos del matrimonio, Jesús, padre de la Princesa, y Henar.

Cristina, la tercera hija, falleció hace unos años y está enterrada en el cementerio de El Carmen.

Don Felipe conducía el vehículo monovolumen en el que, a las cinco y media de la tarde, llegaban a la iglesia doña Letizia, acompañada por su madre, Paloma Rocasolano, su hermana Erika, junto a su esposo, Antonio Vigo, y una sobrina.

Quince minutos antes, en una tarde de sol y temperatura suave, fuera del foco de fotógrafos y cámaras de televisión, lo hacía la viuda, en un coche conducido por su hijo, Jesús Ortiz, acompañado por su esposa, Ana Togores, y su hermana Henar.

A las puertas del templo de esta parroquia del Oriente asturiano numerosos vecinos de los valles cercanos esperaban a los Príncipes y a la familia Ortiz Alvarez, que, por expreso deseo del fallecido, incinerado ayer en Gijón, ha celebrado sus exequias en la intimidad.

En el exterior, un sistema de megafonía instalado permitió a los vecinos del lugar seguir el oficio.

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