A pesar de estar enfermo, con una traqueotomía y muy débil, Juan Pablo II, de casi 85 años, no quiso faltar a la cita del Angelus y, aunque no pudo dirigir el rezo, hizo un gran esfuerzo y se asomó a la ventana de su habitación del hospital Gemelli para impartir la bendición.
No estaba prevista esa aparición, que pilló por sorpresa a las miles de personas reunidas en el Policlínico romano y en la plaza de San Pedro del Vaticano, donde el «número tres» de la Santa Sede, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, acababa de leer en su nombre el texto previsto para este ángelus, el primero en los 26 años de Pontificado que no rezaba el Papa.
Pocos minutos después del mediodía y nada más concluir Sandri de bendecir en nombre del Papa, las cortinas del apartamento que ocupa el Papa en la décima planta del «Gemelli» comenzaron a abrirse, apareciendo el Pontífice detrás de los cristales, sentado en un sillón que empujaba su secretario Mieczyslaw Mokrzycki. A su lado estaba el cardenal secretario de estado, Angelo Sodono, y su secretario de toda la vida, el arzobispo Estanislao Dziswiz.
La aparición tras los cristales duró un minuto escaso y se le vio como se tocaba la garganta. Juan Pablo II presentaba aspecto muy débil y los gestos de su cara reflejaban sufrimiento.
Sacando fuerzas de flaqueza impartió la bendición. Inmediatamente después volvieron a echarse las cortinas.
Muchos de los fieles presentes en el Gemelli rompieron a llorar emocionados, mientras numerosos jóvenes, entre ellos un centenar de españoles miembros del grupo «San Miguel», le cantaron canciones, entonaron los clásicos «Juan Pablo II te quiere todo el mundo» y le animaron a «no ceder».
La aparición del Papa, según los médicos, es la muestra de que se recupera satisfactoriamente, aunque la precaución es imprescindible, de ahí que se asomara tras los cristales de la ventana.
Uno de los médicos, Rodolfo Proietti, dijo tras la aparición que «mejor así...», evitando añadir más. La discreción de los médicos es total y durante estos días de hospitalización no se ha filtrado ninguna información sobre la salud del Pontífice.