Carlos de Inglaterra, heredero de la Corona británica, se casará el 8 de abril con Camilla Parker Bowles, de 57 años, en una ceremonia civil en el castillo de Windsor, anunció ayer su residencia oficial, Clarence House. La segunda boda del príncipe Carlos, de 56 años y ex marido de la famosa y malograda Lady Di, cuenta con el apoyo de la Iglesia anglicana, de la que será jefe supremo una vez llegue al trono, y su anuncio ha sorprendido a medio mundo. Han expresado su alegría la reina Isabel II, que dio su aprobación al enlace y se lo comunicó antes de que se hiciese público al primer ministro británico, Tony Blair, y los dos hijos de Carlos y Diana de Gales, Guillermo, de 22 años, y Enrique, de 20.
La reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, confesaron sentirse «muy felices con el hecho de que el príncipe de Gales y la señora Parker Bowles vayan a casarse», indicó la Reina en un comunicado difundido por Buckingham. «Les expresamos nuestros deseos más cálidos en su futuro juntos», agregó. Para que se lleve a cabo el enlace entre un príncipe viudo y divorciado con una mujer también divorciada ha tenido que acordarse un complejo vericueto legal que solvente, además de las cuestiones constitucionales, una posible oposición de los británicos hacia la sustituta de Lady Di.
Y es que nada más conocer la unión la población del Reino Unido se ha mostrado primero atónita y después dividida aunque sin excesivas pasiones. Mientras unos creen que la pareja tiene derecho a legalizar su tormentosa historia de amor, otros recuerdan que Camilla fue la causa del fracaso del matrimonio de Carlos con Diana, y que la recordada princesa apodaba «rottweiler» a quien será su sustituta. Camilla y Carlos van a casarse en una discreta ceremonia civil, como se lo aconsejó al príncipe el propio arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, quien posteriormente presidirá un oficio religioso en Windsor.