Cuarenta y ocho millones de personas en edad de trabajar podrían morir de sida de aquí a 2010, y 74 millones hasta 2015, lo que supondría un duro golpe para las economías nacionales, tal y como denunció ayer la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la XV Conferencia Internacional sobre el Sida de Bangkok en presencia de más de 17.000 delegados del mundo entero reunidos alrededor del lema «Acceso a la atención para todos».
El sida «no es sólo una crisis humana sino también una amenaza para el desarrollo duradero, mundial y social», advirtió ayer el director general de la OIT, el chileno Juan Somavía.
«La pérdida de vidas y los efectos debilitantes de la enfermedad provocarán no sólo una reducción de la capacidad de asegurar la producción, el empleo, de reducir la pobreza y promover el desarrollo sino que representarán, además, un lastre para todas las sociedades, tanto las ricas como las pobres», agrega el análisis, que cubre 50 países, ocho de ellos en el subcontinente latinoamericano.
Cuarenta de estos países tuvieron una prevalencia (número de casos en relación a la población) superior al 2% en 2001, cinco de entre 1,5 y 2% y los cinco restantes registraban por lo menos un millón de infectados.
Treinta y cinco países pertenecían a Africa subsahariana, ocho a América Latina y el Caribe, cinco a Asia y dos eran países desarrollados.
En la actualidad, unos 36,5 millones de personas en edad de trabajar (entre 15 y 49 años) tienen el virus del sida, según el documento. De aquí a 2005, 28 millones de miembros de la población activa morirán debido a esta pandemia y dos millones más serán incapaces de trabajar.
La pandemia acentuaría entonces la presión sobre la población activa válida, particularmente en Africa, que concentra a dos terceras partes de los enfermos de sida en el mundo, y Asia, que podría alcanzar pronto al continente negro.
Hasta 2010, si no hay un mayor acceso a los tratamientos médicos, unos 10 millones de activos habrán muerto de sida en Asia desde 1981, año de la aparición de la epidemia. Este total llegará a 18 millones de aquí a 2015, según la Organización.