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París se viste de rojo en el Año Nuevo chino

Cuatrocientas mil personas presenciaron el espectacular desfile con 7.500 figurantes

AFP-PARÍS
El mayor desfile del Nuevo Año chino organizado en Francia, con unos 400.000 espectadores, según los cálculos, se inició ayer en la emblemática avenida de los Campos Elíseos de la capital francesa, mientras que un poco más allá, en el centro Beaubourg, un centenar de opositores protestaban por la visita que el presidente de China, Hu Jintao, inicia mañana en París. El sol se abrió paso entre las cerradas nubes que han cubierto el cielo parisiense en las últimas semanas cuando los alcaldes de París y Pekín, Bertrand Delanoe y Wang Qishan, respectivamente, inauguraron el desfile en el que participaron 7.500 figurantes y 54 carros. Un gigante carro-pez rojo, donado por Pekín, abrió el desfile en la plaza de la Estrella, que alberga al Arco de Triunfo.

Después, entre el ensordecedor ruido de los tambores, un dragón de 50 metros manipulado por jóvenes chinos con botas negras y trajes amarillos serpenteó por la avenida, mientras el cortejo principal descendía los Campos Elíseos a lo largo de cerca de un kilómetro y medio. La «avenida más bella del mundo», decorada con los doce totems gigantes que representan los signos del zodiaco chino y serpentinas rojas y amarillas -éste será el año del mono-, había sido invadida desde el final de la mañana por una muchedumbre de curiosos, muchos de ellos representantes de las comunidades asiáticas para celebrar el Nuevo Año chino, que en realidad se inició el pasado 22 de enero. La fiesta, que fue posible gracias al esfuerzo sin precedentes de 45 asociaciones chinas en la capital francesa, costó 480.000 euros, de los que 210.000 fueron asumidos por la alcaldía.

El alcalde parisino invitó a un almuerzo a su homólogo pequinés en el que hablaron de proyectos de cooperación y «derechos humanos y libertades». «Hemos hablado de manera franca y amistosa. Me ha escuchado y me ha dicho que las cosas pueden cambiar», agregó Delanoe, para quien este desfile «es un símbolo de fraternidad». Poco antes, y no muy lejos de la fiesta, unas cien personas se concentraron para protestar contra las violaciones de los derechos humanos en China.

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