El calvario del joven tetrapléjico francés Vincent Humbert terminó ayer por decisión de sus médicos, dos días después de que su madre intentara acabar con su vida como él quería, mientras se alzan voces en Francia para revisar la prohibición de la eutanasia.
Vincent, de apenas 22 años, falleció ayer por la mañana en el hospital de Berck-sur-Mer (norte), donde estaba en coma profundo y conectado a un respirador desde que el pasado miércoles su madre, Marie, pusiera barbitúrico en la sonda que le alimentaba, a petición suya. «Teniendo en cuenta el cuadro clínico, la evolución y los deseos que Vincent había expresado en diversas ocasiones», el equipo médico que le atendía desde hace tres años decidió «limitar las terapias activas».
Una decisión «colectiva y difícil», tomada «con toda independencia», precisó el equipo ante las cámaras, tras el anuncio de la muerte del joven, que estaba totalmente paralizado, mudo y casi ciego desde un accidente de tráfico que sufrió hace tres años.
Pacientes del hospital, que atiende a víctimas de graves traumas físicos, aplaudieron la «valentía» de los médicos, de los que se desconoce si se exponen a acciones judiciales.El ministro francés de Justicia, Dominique Perben, pidió a la Fiscalía que muestre «la máxima humanidad» en la aplicación de la Ley a Marie Humbert, la madre, teniendo en cuenta todo el sufrimiento que ha tenido que vivir.
Marie, de 48 años, que había ingresado el jueves en un centro psicoterapéutico a petición propia, tras su breve detención, fue a recogerse ayer ante el cuerpo de su hijo, en el instituto forense, donde se practicará la autopsia.
El director del centro dijo que Marie parecía «muy cansada», mientras que su abogado, Hugues Vigier, expresaba «alivio». «Es un alivio. Es terrible, pero eso lo dice todo, y es un testimonio de la fuerza de la demanda de Vincent y su familia», dijo el letrado, que tachó de «valiente» la decisión del equipo médico de acortar los sufrimientos del joven.