Nueva York retomó ayer su ritmo habitual sin que se produjeran incidencias en su servicio eléctrico tras el apagón del jueves, que, según las primeras estimaciones, pudo causar pérdidas de hasta 6.000 millones de dólares.
«Es lunes por la mañana y todo está funcionado, tal y como esperábamos», declaró ayer, contento, el alcalde de la ciudad, el republicano Michael Bloomberg, quien recorrió varias televisiones para dejar constancia de la normalidad.
Tras el paréntesis del fin de semana, las grandes industrias se conectaron de nuevo al tendido eléctrico y reiniciaron la producción, sin que se produjesen bajadas de tensión ni problemas en el servicio.
Tampoco hubo incidencias en la regulación del tráfico, y la red de metro de la ciudad -que transporta entre siete millones de pasajeros al día- funcionó con regularidad y sin demoras, al igual que ocurrió con la red de trenes de cercanías.
Pese a esta aparente normalidad, la ciudad se mantiene en un estado de emergencia, según confirmaron fuentes de la Gobernación del Estado, como precaución ante posibles nuevos apagones en la zona.
El problema de Nueva York, como ocurre con otras grandes urbes, es que habitualmente consume más energético de la que produce, lo que la hace depender del excedente energético de otros estados.De hecho, el organismo New York Independent System Operator (NYSO), que gestiona el suministro de energía a la Gran Manzana y otras zonas vecinas, prevé que la demanda máxima llegue hoy a 24.999 megavatios, frente a una disponibilidad de 25.895 megavatios.