REUTERS - NUEVA YORK
Decenas de miles de admiradores hicieron largas filas ayer lunes en
Nueva York, en la continuación de los honores póstumos que se han
realizado a la «Reina de la Salsa», Celia Cruz. Muchos, como Diane
Estevez, pasaron la noche del domingo a las afueras de la funeraria
Frank E. Campbell de Manhattan, esperando la oportunidad de pasar
al lado del féretro y rendirle tributo a Cruz, una de las cantantes
latinas de más proyección internacional. «Ella fue una mujer
maravillosa. Fue una dama muy pacífica, muy caritativa. Nunca la
olvidaremos», expresó Estevez, quien dijo que la multitud
congregada en los alrededores ejecutó música toda la noche.
La «Guarachera de Cuba», admirada por su voz apasionada y estilo brillante, falleció el miércoles pasado en su casa de Fort Lee, Nueva Jersey, a la edad de 78 años, después de una larga batalla contra el cancer. En la funeraria, su cadáver estaba tendido en un ataúd de bronce abierto, cubierto por una bandera cubana, rodeado por un mar de lirios, rosas y orquídeas, mientras que agentes de los departamentos de policía y correcciones de Nueva York hacían guardia de honor. Cruz usaba un traje largo tenue, brillantes anillos con diamantes y una de sus tradicionales pelucas. Karen Mitchell, una de sus admiradoras, llamó a Cruz «una diva humilde».
Cruz, que abandonó Cuba cuando era una estrella en 1960 para convertirse en el exilio en una gran dama de la música latina, ganó dos premios Grammy y tres Grammy Latinos y grabó más de 70 álbumes. Otra admiradora, Cora Cofield, viajó desde su país, Panamá, para despedir a la artista. «Ella pavimentó el camino para el mundo de J.Lo (Jennifer López)», dijo Cofield. El sábado, Miami despidió a Cruz, en uno de los mayores tributos que se ha rendido a un artista en Estados Unidos.