EUROPA PRESS-PAMPLONA
Los pamploneses se despidieron ayer de la Comparsa de Gigantes y
Cabezudos hasta el año que viene, después de ver bailar las figuras
en la plaza Consistorial a los sones de «La Pamplonesa» y tras la
celebración de la Octava, el acto con el que la corporación
municipal honró por última vez a su patrón, San Fermín, en la
capilla de San Lorenzo. El 14 de julio tocaba en Pamplona decir
adiós a los encierros, los toros, las verbenas, los fuegos
artificiales y todos los actos y costumbres que llenan la vida
sanferminera, sean oficiales o no. La pasada medianoche, la
alcaldesa Yolanda Barcina escuchó el «Pobre de mí» en la voz de
cientos de pamploneses reunidos en la ante el Consistorio, y les
emplazó para el año que viene: el día 6 de julio, a las 12.
En cuanto al encierro de ayer, los Torrestrella realizaron una carrera muy peligrosa y larga, cuya ventaja fue la entrada de menos mozos al recorrido que en días anteriores. El encierro superó los cuatro minutos de duración por el retraso de uno de los toros, descolgado de la manda en la calle Estafeta; allí se paró en varias ocasiones, pero fue llevado muy poco a poco por los mozos hacia la plaza. En la entrada al callejón, se detuvo de nuevo, despistado, y otra vez los corredores, dándole distancia, lograron desplazarle lentamente hacia la arena de la Monumental de Pamplona. El resultado, dos heridos por asta de toro, uno de ellos, con pronóstico muy grave. Robert Frederick Fluhr, de 27 años y natural de Arkansas (EE UU), sufrió una herida por asta de toro en la región anal. El asta le produjo rotura del recto y perforación de la vejiga. El pronóstico es muy grave y quedó ingresado en el Hospital de Navarra.