ROCÍO AYUSO - LOS ANGELES
Los restos mortales de Gregory Peck descansan para siempre en una
de las criptas de la catedral de Nuestra Señora de Los Angeles,
lugar donde esta leyenda del cine fue recordada una vez más por
familiares, amigos y seguidores.
En el funeral oficiado el pasado lunes, Peck recibió un último adiós no sólo de sus hijos y amistades sino de compañeros de profesión como Harrison Ford, Calista Flockhart, Barbra Streissand, Anjelica Huston o Harry Belafonte.
«Se trata de darle la despedida a una figura que emanaba esa decencia que los actores deben de buscar no sólo en sus filmes sino también en su vida privada», resumió el actor y amigo Brock Peters, su compañero de reparto en «Matar a un ruiseñor».
Este fue el filme preferido de Peck y por el que será recordado, el que le consiguió el único Oscar de su carrera y cuya música bañó las paredes de la catedral, diseñada por el español Rafael Moneo, de la nostalgia que acompaña a la despedida de un gran hombre.
Peck, de 87 años, falleció el pasado jueves en su casa de Los Angeles. Según su esposa, Veronique, la muerte le sobrevino de forma apacible, sin que padeciera ninguna enfermedad en particular.