EFE-MILAN
Las fronteras de la moda son débiles y subjetivas, como se volvió a
poner de manifiesto ayer en la penúltima jornada de desfiles de la
pasarela femenina de Milán con el sobrio retorno al negro de Armani
y la extravagancia colorista de Roberto Cavalli.
«Las mujeres de hoy quieren sentirse fuertes y femeninas», afirmó Giorgio Armani antes de dar paso a sus propuestas para la próxima temporada otoño-invierno con una mujer que luce piernas y curvas, con prendas estrechas y ajustadas, shorts y minifaldas, adornadas con medias adornadas con brillantes.
Chaquetas cortas, de corte oblicuo, bien adheridas al cuerpo, faldas cortísimas hechas con ese tejido llamado técnico que habitualmente se usa para los forros, abrigos que marcan la cintura y caen ligeros sobre los lados.
Frente a este frenesí de sobriedad, Roberto Cavalli puso sobre la pasarela un carnaval de colores y cortes excesivos o deliberadamente extravagantes. Cavalli trató de demostrar que la mujer puede ser sensual con una chaqueta de corte masculino con aberturas laterales, sobre una pasarela que simula una cinta de asfalto y con un fondo de imágenes de una frenética actividad urbana.