El papa Juan Pablo II cubrió ayer la última etapa de su viaje pastoral a Polonia, su tierra natal, con la visita del monasterio de Kalwaria Zebrzydowska, lugar de culto mariano en el que pidió «las fuerzas del cuerpo y del espíritu para poder llevar a su fin la misión que se le ha encomendado».
Este santuario mariano es uno de los lugares de oración preferidos por el Pontífice, un templo que conoció a través de su padre, y al que solía acudir con frecuencia para meditar cuando era sacerdote en Polonia. Durante la oración de Karol Wojtyla pidió a la Virgen María «todo lo que necesitan sus hijos», y subrayó las necesidades del país, confiándole así Polonia, la Iglesia y «todos los frutos de mi vida y de mi ministerio».
El Papa se encontraba en buenas condiciones físicas, a pesar del ajetreado calendario de actividades cumplido por el Pontífice en los últimos meses y que había debilitado considerablemente su estado de salud, a su regreso del último viaje que le llevó a Canadá, México y Guatemala hace dos semanas.
Con este emotivo acto el Papa concluyó su visita a la tierra natal. El pueblo polaco le ha dispensado al Pontífice una extraordinaria acogida y todos los actos que estaban previstos en el calendario han registrado una afluencia masiva.