Más de 68 millones de personas morirán prematuramente a causa del VIH-Sida en el mundo hasta el 2020, una cifra que sólo se reducirá si se incrementa de forma considerable la ayuda económica internacional a los países en vías de desarrollo, denunció ayer ONUSIDA.
Este organismo de las Naciones Unidas presentó ayer en Madrid su informe anual con la constatación de que, dos décadas después del inicio de «una de las epidemias más devastadoras de la historia», no se conocen todavía sus límites: sigue sin alcanzar su «techo» en varios países del Africa subsahariana, crece en Europa del Este y Asia Central y se ignora la magnitud de su impacto en grandes regiones como China y la India.
Desde el comienzo de la epidemia, el VIH ha infectado a más de sesenta millones de personas; cinco millones, de ellos 800.000 niños, fueron infectados el año pasado, cuando el virus se cobró tres millones de vidas. La mitad de las nuevas infecciones se registran en jóvenes de entre 15 y 25 años y se estima que hay ya 14 millones de huérfanos a causa del Sida.
El director adjunto de ONUSIDA para Europa y América, Luiz Loures, destacó que uno de los mayores avances de los últimos años es el compromiso político de los gobiernos de los países más afectados, pero advirtió de que ese compromiso se quedará en nada si la comunidad internacional no aumenta una ayuda que ahora es «claramente insuficiente».
A su juicio, es urgente aumentar en un 50 por ciento la ayuda económica destinada a los países en vías de desarrollo para luchar contra el Sida, «el único camino para reducir el impacto esperado de 68 millones de muertes».