La Conferencia Episcopal, que concluyó ayer sábado en Dallas, aprobó, por 239 votos a favor y 13 en contra, la política con la que pretende zanjar la «más grave crisis» que la Iglesia Católica ha sufrido en EE UU, consistente en el aislamiento, pero no la expulsión, de los sacerdotes pederastas.
Con esta decisión los obispos se han desviado de la política de «cero tolerancia en el pasado, presente o futuro» que pedían las víctimas y críticos y que suponía la expulsión automática del clero de los sacerdotes que hubieran abusado de menores, aunque sólo hubiera sido una vez.
Ahora, los sacerdotes que hayan abusado de menores en una ocasión quedarán aislados y no podrán tener contacto con los parroquianos ni oficiar misas públicas, pero continuarán siendo sacerdotes y podrán, por ejemplo, retirarse a un monasterio.