Esta medida favorece al Gobierno de Tokio, que sin embargo también recibió un revés de la CBI, al ver rechaza su petición de aumentar la cuota de caza comercial en 50 ejemplares más. La jornada comenzó mal para Japón, que había pedido a la Comisión la ampliación de las condiciones en las que puede llevar cabo la llamada 'caza científica', artificio legal con el que la flota ballenera nipona sortea la moratoria impuesta a la caza comercial en 1986.
Tokio pretendía que sus cuatro comunidades locales costeras fueran autorizadas a cazar 50 ballenas más de tipo 'balaenoptera acutorostrata' o rorcual menor aliblanco. Tras la votación, el Gobierno japonés atribuyó su derrota a la no readmisión como Estado miembro de pleno derecho de Islandia, otro de los países que, como Noruega, se oponen a la moratoria de la caza comercial. La CBI decidió rechazar por segundo año consecutivo su petición de reintegración como Estado miembro de pleno derecho, lo que provocó que la delegación islandesa abandonase la conferencia internacional. Según informó la agencia japonesa de noticias Kiodo, a su salida de la cumbre, el jefe de la delegación islandesa, Stefan Asmundsson, aseguró que todos los pasos tomados por la CBI para negarle su readmisión «son ilegales».
Consciente de que sus apoyos son reducidos en algunas áreas, Tokio renunció ayer a pedir la anulación del santuario establecido en 1979 en el Océano Indico, aunque por la tarde recibió un espaldarazo de la Comisión, al ser rechazadas la propuesta de Australia y Nueva Zelanda para la creación de un nuevo santuario en el Pacífico Sur, y la de Brasil, en este mismo sentido, para el Atlántico Sur. Este éxito para los defensores de la caza comercial confirma lo que organizaciones ecologistas como Greenpeace denunciaban ayer con motivo del inicio de la sesión plenaria: que Japón cuenta cada vez con más apoyos y que el equilibrio de poderes en el seno de la CBI está cambiando. De hecho, es la primera vez que una propuesta de modificación de cuota como la que había pedido Tokio para sus comunidades locales, aunque rechazada, conseguía el apoyo de la mitad de los delegados.
Los resultados fueron recibidos con sentimientos encontrados por parte de Greenpeace, ya que, sin bien considera «decepcionante» el rechazo a nuevos santuarios, la votación ha mostrado una ruptura en el seno del bloque de los seis países del Caribe, que tradicionalmente votan con Tokio a cambio de recibir ayuda oficial al desarrollo.