Hace casi cuatro décadas, desde la muerte de Winston Churchill, que no se veía en Londres una procesión tan espectacular como la que ayer acompañó el féretro de la Reina Madre hasta el palacio de Westminster, sede del Parlamento, donde el pueblo británico podrá dar su último adiós al miembro más querido de la Familia Real y viuda de Jorge VI.
Cerca de 250.000 personas, según Scotland Yard, se echaron a las calles para, bajo un sol radiante, seguir de cerca una ceremonia que resultó tan vistosa de colorido como impecable de ejecución. Todo estaba minutado con absoluta precisión.
Detrás del féretro, un cortejo fúnebre formado por el duque de Edimburgo, el príncipe Carlos, nieto favorito de la Reina Madre, los príncipes Andrés y Eduardo, y la princesa Ana, cuya presencia rompió el protocolo de una procesión fúnebre reservada tradicionalmente a los hombres. El funeral se celebrará el próximo martes, día 9, en la Abadía de Westminster, desde donde el féretro hará su último viaje hasta el castillo de Windsor para que la Reina Madre descanse junto a su marido en la Capilla de San Jorge.