Un masivo dispositivo policial fue desplegado ayer en las calles de Bradford (norte de Inglaterra) para velar por la calma y evitar que se repitan los violentos incidentes raciales ocurridos el sábado pasado.
Más de seiscientos agentes patrullan por las calles de Bradford, después de que este fin de semana más de 160 policías y al menos seis civiles resultaran heridos tras una jornada de violencia desatada entre jóvenes blancos y de origen asiático, que se saldó con 36 detenidos tras los duros enfrentamientos.