El terrorista Timothy McVeigh morirá el próximo lunes bajo los efectos de una inyección letal para pagar por la muerte de 168 personas en un atentado que perpetró contra un edificio federal de Oklahoma City hace seis años.
Su suerte quedó echada después de que un tribunal de Denver, Colorado, rechazó el jueves un aplazamiento de la sentencia y sus abogados anunciaron que había decidido no acudir al último recurso que podía salvarle la vida: el Tribunal Supremo.
La ejecución en la penitenciaría federal de Terre Haute tendrá lugar en medio de una creciente controversia en Estados Unidos por la vigencia de la pena de muerte restablecida en 1976.
El debate por el castigo creció después de que un jurado de
Florida declaró no culpable de dos asesinatos al español José
Joaquín Martínez y el narcotraficante mexicano Juan Raúl Garza
pidiera al Tribunal Supremo que se aplace su ejecución fijada ocho
días después de la de McVeigh. «El señor McVeigh no desea continuar
más acciones legales con el fin de detener su ejecución», manifestó
Rob Nigh, uno de los abogados de este ex veterano de la guerra del
Golfo. «Ahora sólo quiere hacer los preparativos para estar listo
para morir el lunes», agregó.