El papa Juan Pablo II se convirtió en el primer pontífice que visita un templo musulmán al entrar en la mezquita de los Omeyas en Damasco, en donde efectúa una visita histórica, en la que aseguró que musulmanes y los cristianos «tienen necesidad de buscar el perdón» y de «disculparse mutuamente». En su segundo día de visita a Siria, Juan Pablo II asistió a una ceremonia en la conocida mezquita, donde visitó los restos de Juan el Bautista, venerado también por el Islam. Según el Vaticano, es la primera vez que cristianos y musulmanes oran juntos de forma organizada.
En un discurso pronunciado en la mezquita de los Omeyas de la capital siria, el Papa afirmó que «cada vez que los musulmanes y los cristianos se ofenden unos a otros, tenemos necesidad de buscar el perdón que viene del Todopoderoso y disculparnos mutuamente». El papa Juan Pablo II aprovechó la visita para manifestar su «ardiente» deseo de que no «haya más conflictos» entre cristianos y musulmanes. «Deseo con ardor que los responsables religiosos musulmanes y cristianos presenten a nuestras dos importantes comunidades religiosas como comunidades comprometidas en un diálogo respetuoso y nunca más como comunidades en conflicto».
El Pontífice añadió que «es capital enseñar a los jóvenes el camino del respeto y de la comprensión para que no hagan una utilización equivocada de la propia religión a fin de promover o justificar el odio y la violencia», agregó. Además, el Sumo Pontífice afirmó que «necesitamos buscar el perdón que viene del Todopoderoso y ofrecernos mutuamente ese perdón». Pero nunca llueve a gusto de todos: algunos musulmanes radicales instaron al Papa a que no entrara a la mezquita con sus emblemas católicos, algo que sus anfitirones sirios no habían tenido ningún problema en aceptar. Y es que la tolerancia y la paz en Oriente Próximo son los temas que centran la peregrinación del Papa, que sigue el recorrido del apóstol Pablo por Grecia, Siria y Malta.
El Pontífice pidió ayer a Israel y a sus vecinos árabes que conviertan «el temor en confianza», de modo que se finalice así con décadas de conflictos en la región. «Mi peregrinación es también una ardiente oración de esperanza», añadió Juan Pablo, que hoy rezará por la paz en una localidad siria del Golán, cerca de la frontera con Israel. Durante la visita del Pontífice, el presidente sirio, Bachar al Asad, había comparado ante Juan Pablo el sufrimiento de los árabes y la persecución de Jesucristo, acusando a Israel de matar y torturar a palestinos, de infringir la Justicia y de no ceder los territorios ocupados.