Un encargado del sacrificio de animales infectados en la región de Cumbria (noroeste), la más afectada de todo Reino Unido, tiene «todos los síntomas» de la enfermedad, según el Ministerio de Sanidad británico. Ello incluye llagas en las manos, pies y dentro de la boca. Si se confirma, éste sería el segundo caso de la historia en Reino Unido. El caso precedente ocurrió en el año 1966 cuando un hombre resultó infectado, pero que finalmente se recuperó totalmente de la enfermedad. La enfermedad de la fiebre aftosa no suele afectar a los seres humanos, pero el caso de que se transmita al hombre, ésta no es peligrosa y desaparece en unos días.
Por otro lado, la alta propagación de dioxinas cancerígenas en la atmósera por la incineración masiva en el Reino Unido está creando una gran convulsión política en las islas británicas. En el día de ayer el ministro de Medio Ambiente, Michael Meachner, afirmó en una intervención ante la Cámara de los Comunes que el Gobierno británico estudia el uso de napalm para incinerar los restos animales sacrificados en la lucha contra la fiebre aftosa. Sin embargo, horas después el propio ministerio de Medio Ambiente, por medio de un portavoz anunció que se descarta totalmente el uso del napalm. «Hemos examinado el uso de aceleradores de la incineración, como el napalm, y se ha decidido que en la situación actual no serían beneficiosos», afirmó un portavoz del Ministerio.
Meacher había recibido una interpelación en este sentido del diputado laborista Tam Dalyell. Dalyell apuntó que «el napalm permitiría incinerar los cuerpos en sesenta minutos, mientras que las hogueras convencionales tardan tres días. Debido a la ausencia de efectos vaporizadores del napalm, no se producen las dioxinas que se pueden generar al quemar neumáticos viejos u otros residuos».
A este respecto, Meacher replicó que «no tengo inhibiciones en lo que respecta al napalm o sus connotaciones sobre Vietnam (las tropas estadounidenses utilizaron comúnmente este explosivo en su lucha contra el Vietcong). Desde luego estoy dispuesto a estudiarlo». «Si eso puede hacer una contribución en la reducción de fogatas en campo abierto -que ya se está reduciendo rápidamente-, desde luego estaré muy contento de aceptarlo», agregó Meacher. Las declaraciones del ministro se producían en medio de una fuerte polémica por las consecuencias para el medio ambiente que tienen las hogueras empleadas para incinerar los restos de los animales sacrificados por la epidemia de la fiebre aftosa.