La decisión del Gobierno británico de sacrificar miles de animales que posiblemente no estén enfermos para detener la propagación de la fiebre aftosa ha generado una oleada de protestas en Cumbria. Grupos de granjeros en la región fronteriza con Escocia amenazaron con enfrentarse con armas a las autoridades sanitarias a fin de impedir el sacrificio de animales sanos. Algunos han anunciado que colocarán barricadas alrededor de sus parcelas para evitar el sacrificio.
Pese a la insurreción, el Gobierno anunció que no cederá y reiteró que seguirá adelante con su polémico plan de sacrificio masivo de animales sanos para frenar el avance de la fiebre aftosa. Según la nueva disposición, el Ejecutivo pretende sacrificar unos 300.000 animales, localizados a menos de tres kilómetros de explotaciones agrícolas afectadas por la enfermedad, en los condados de Cumbria y Dumfries and Galloway, al noroeste de Gran Bretaña. En este sentido, la secretaria de Estado británica de Agricultura, la baronesa Helen Hayman, mandó un mensaje claro a los ganaderos que no quiere ver morir a sus reses sanas: que no hay otra salida para la crisis.
La reacción de los ganaderos contrasta ampliamente con las tres primeras semanas de la crisis de fiebre aftosa, en las que destacó el amplio apoyo de la población rural británica a las draconianas medidas que tiene dividido gran parte del país en zonas aisladas. «De todos los casos que hemos identificado hasta la fecha, más de una tercera parte está concentrada en esa área», dijo el Ministerio de Agricultura. «Eso explica la afirmación de los veterinarios, de que las ovejas en esa área corren un alto riesgo. Han estado expuestas a la infección y eso significa que pueden desarrollar la enfermedad», agregó.
El número de focos de fiebre aftosa en el Reino Unido ascendió ayer a 291 después de que se confirmaran otros 18 nuevos focos a lo largo del día, uno de ellos en un condando en el que hasta ahora no se había visto afectado, según informaron fuentes del Ministerio británico de Agricultura. En Shropshire, un condado rural fronterizo entre Inglaterra y Gales, se ha detectado el primer caso de fiebre aftosa, según precisó un portavoz del Ministerio, precisando que se ha confirmado que 786 corderos y una cabra de una granja situada cerca de la ciudad de Newport estaban afectados por la epizootía.