El caso del matrimonio de Colorado (EEUU), que eligió in vitro células sanas para crear un embrión, no plantea novedades desde el punto de vista científico, pero vuelve a poner de manifiesto las distintas posturas de los investigadores y expertos en bioética sobre el uso y estatus de los embriones humanos. La utilización de pruebas genéticas para elegir, entre varios embriones, un hijo sano cumple todos los requisitos éticos en España y está «perfectamente respaldado» desde el punto de vista ético, explicó el presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), el español Marcelo Palacios.
Palacios subrayó que éticamente resulta «incuestionable» el caso de la familia Nash, cuya hija mayor, Molly, padece una grave enfermedad hereditaria sólo tratable con un trasplante de un hermano sin la patología. Coautor de la Ley sobre las Técnicas de Reproducción Asistida, Palacios recordó que esta normativa aclara que los avances «podrán utilizarse en la prevención y tratamiento de enfermedades de origen genético o hereditario cuando sea posible», y además el uso de las células del segundo descendiente para ayudar a otra persona «es un fin solidario del que nada hay que objetar», agregó.
El teólogo y director de la cátedra de Bioética de la Universidad Pontifica de Comillas de Madrid, Javier Gafo, afirmó que «el principal problema» reside en determinar «el estatuto del embrión en sus primeras fases», un aspecto en el que coincidió Luis Santamaría, de la Asociación Española de Bioética. Gafo, miembro de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, apostó por seguir la línea de investigación de las células madre, «que todos los adultos poseemos», como alternativa a la técnica utilizada por la familia Nash, de la que ya existe otro caso hace ocho años.
Sin embargo, Octavi Quintana, miembro del comité de científicos que asesoran al presidente de la Comisión europea, dijo que el beneficio de este caso radica en que se ha salvado a una niña y ha nacido un bebé sano.