EFE"VATICANO
El Papa dijo ayer que será la historia la que juzgue las complejas
épocas vividas en China y que la Iglesia canonizando a 120 mártires
ajusticiados en ese país lo único que ha pretendido es «reconocer
que son un ejemplo de coraje y de coherencia para todos y que
honran al pueblo chino».
Con esta frase y de manera indirecta, Juan Pablo II respondió a las acusaciones hechas los pasados días por las autoridades comunistas de Pekín, que acusaron a los ya santos de «traidores a la patria» y afirmaron que El Vaticano ha querido «humillar» al pueblo chino.
Ante unas 100.000 personas, entre ellas varios miles procedentes de China continental, Taiwán y la diáspora, que desafiaron la lluvia que durante toda la mañana cayó en la Ciudad Eterna, Juan Pablo II proclamó santos a 87 mártires chinos de los siglos XVII al XX -sacerdotes, seminaristas y hombres y mujeres laicos que ejercieron como catequistas, e incluso niños- y a 33 misioneros extranjeros.
Los extranjeros nacieron en España, Francia, Bélgica y Holanda y también realizaron su labor apostólica en China en esos siglos y asimismo fueron ajusticiados por difundir el Evangelio. De entre todos los mártires El Vaticano eligió como cabeza al sacerdote chino Agustín Zhao Rong.
Los mártires españoles fueron seis religiosos dominicos: el sacerdote Francisco Fernández de Capillas (1607-1648), los obispos Pedro Sans i Llordas (1680-1747) y Francisco Serrano (1695-1748) y los sacerdotes Joaquín Royo (1691-1748), Juan Alcober (1694-1748) y Francisco Díaz (1713-1748).