El aumento de los caudales por las precipitaciones pone en peligro las barreras de contención del petróleo ya detenido. Así lo expresaron ayer tanto técnicos de la empresa estatal Petróleo de Brasil (Petrobras) como activistas de asociaciones ecologistas. El portavoz de la Asociación de Defensa del Medio Ambiente de Araucaria, región del estado de Paraná donde el pasado domingo se vertieron cuatro millones de litros de petróleo, advirtió que las lluvias pueden contribuir a que el crudo empantanado en los alrededores de la refinería llegue a esos ríos.
Fuentes de Petrobras, que aseguran que ya se ha recuperado la mitad del crudo vertido, admitieron que las lluvias han dificultado la labor de las 2.000 personas involucradas en los trabajos de contención y absorción en tierra y en los ríos, aunque previó que el próximo miércoles quedarán limpias las aguas. El vertido, considerado como el peor desastre ecológico de los últimos 25 años en Brasil, obedeció a fallos técnicos y humanos, ya que un trabajador de la refinería olvidó abrir la válvula de entrada del crudo bombeado a través de un oleoducto, que no resistió la presión y reventó.
La tubería llevaba funcionando 23 años, y su deterioro contribuyó al desastre. La filtración no fue detectada hasta dos horas después, por lo que buena parte de los cuatro mil litros de crudo llegaron al cercano río Barigüí y más tarde al Iguazú, del que el primero es afluente.