Los teléfonos celulares, también llamados móviles, deberán incluir próximamente información sobre la cantidad de radiaciones que liberan, pese a que aún no hay datos concluyentes sobre cómo afectan al cerebro de los usuarios.
La Asociación de la Industria de las Telecomunicaciones Celulares requerirá a los fabricantes que incluyan esta información entre las características de los aparatos a partir del 1 de agosto. Hasta ahora, la CTIA sostenía que la inclusión de estos datos podría confundir al público, dado que todos los aparatos que se fabrican en EEUU cumplen la normativa estadounidense. Los grupos que defienden la medida creen que se trata de que cada cual elija el aparato que quiere usar de acuerdo con una más completa información, ya que aseguran que las cantidades de radiación emitidas pueden ser hasta cuatro veces superior en unos fabricantes que en otros.
La Agencia de Fármacos y Alimentos (FDA) que regula en EEUU todo lo que concierne a la seguridad de dispositivos y equipos, considera que las pruebas que existen sobre un posible riesgo para la salud en el uso de los teléfonos móviles son «poco concluyentes». «Las evidencias científicas disponibles no nos permiten concluir que los teléfonos móviles sean absolutamente seguros o que sean inseguros», afirma la FDA, en una referencia a este tema en octubre de 1999. El riesgo potencial de los teléfonos móviles procede de la emisión de un tipo de energía denominada «radiación de radiofrecuencia», cuya proximidad al cerebro de los usuarios es lo que preocupa a los investigadores. Louis Slesin, experto en telefonía móvil y editor de la publicación Microwave News, ha recomendado a los usuarios que limiten el uso de teléfonos móviles a conversaciones cortas y efectúen las de larga duración a través de teléfonos fijos.