Miles de niños con uniforme escolar, monjas y adultos de todas las edades, en su mayoría católicos, se agolparon ayer en las calles de El Cairo por donde pasó el Papa para darle la bienvenida, mezclados con los varios miles de policías desplegados para garantizar la seguridad del Pontífice.
Aunque en el aeropuerto sólo ondeaba una bandera del Vaticano,
la acogida al Papa fue muy cálida.
En su primer viaje a este país de mayoría musulmana, considerado
histórico, el papa Juan Pablo II hizo un llamamiento a la
tolerancia y a la paz en Oriente Medio.
Juan Pablo II precisó que su visita tiene como objetivo peregrinar al monte Sinaí, pero aprovechó su encuentro con el presidente egipcio, Hosni Mubarak, para resaltar el papel de Egipto en el proceso de paz en la región y para abogar «para que todos los pueblos de la zona vean respetados sus derechos y legítimas aspiraciones», en velada referencia a la independencia de Palestina.
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