El religioso sufrió la pasada semana una infección urinaria que obligó a hospitalizarlo, pero su estado de salud permaneció estable durante los últimos días. Llamado «obispo rojo» en la dictadura militar (1964-1985), el religioso fue uno de los pioneros de la Teología de la Liberación y defensor acérrimo de los derechos humanos durante los 68 años que consagró al sacerdocio.
En la década de los sesenta, Don Helder, como era conocido en Brasil, fue una voz crítica dentro de la Iglesia católica y su nombre adquirió renombre internacional por su defensa de los más pobres y las denuncias contra los atropellos del régimen dictatorial que vivía Brasil. Coherente hasta las últimas consecuencias, Helder Cámara mantuvo sus hábitos durante toda su existencia, continuó ofreciendo sus misas, mientras siguió viviendo en una casa humilde en la periferia miserable de la ciudad de Recife, capital del Estado de Pernambuco (nordeste).
Obispo desde los 43 años de edad, la influencia de Cámara en la Iglesia católica brasileña se hizo sentir ya en 1952, cuando fue uno de los fundadores de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), de la que fue su primer presidente. A principios de los años 60, Helder Cámara se dedicó de lleno a los trabajos de preparación del Concilio Vaticano II, el más representativo de los 21 ya realizados por la Iglesia católica hasta el momento. Cuando en 1964 un golpe militar derribó al presidente brasileño Joao Goulart, Cámara decidió impregnar su pastoral de una orientación humanista y popular y comenzó una acción que habría de transformarlo en una referencia mundial para sacerdotes con esta misma inclinación.