La decisión de China de desautorizar el viaje previsto del papa Juan Pablo II a Hong Kong supone no sólo un duro golpe para muchos católicos de Asia, sino también una amenaza para el principio de «un país, dos sistemas», que rige las relaciones entre Pekín y ese territorio.
El obispo de Hong Kong Joseph Zen Ze-kiu, anunció ayer a su regreso de una visita a la Santa Sede, que el Gobierno de Pekín opina que el viaje del Papa, que según informaciones sin confirmar tendría lugar el próximo noviembre, «no es conveniente».
Según declaró el prelado a la prensa, las autoridades de Pekín han dejado claro que el Vaticano «tiene relaciones con Taiwán, pero no con nosotros. Por tanto, la visita (a Hong Kong) no es conveniente».