Un tribunal del Estado de California ha condenado a la empresa General Motors a pagar 4.900 millones de dólares (unos 750.000 millones de pesetas) a seis personas que sufrieron quemaduras en un accidente ocurrido en 1993, cuando el vehículo en el que viajaban estalló tras ser alcanzado por otro coche conducido por un hombre ebrio. Los abogados de General Motors aseguraron que presentarán un recurso contra la sentencia, por la que se impone a una compañía automovilística la mayor compensación económica en la historia de Estados Unidos.
Los demandantes argumentaron que el tanque de combustible en el automóvil modelo Chevrolet Malibú 1979, en el que viajaban Patricia Anderson y su familia, estaba colocado demasiado cerca del parachoques trasero y no tenía la suficiente protección contra los impactos.
Pero General Motors, mayor fabricante mundial de automóviles, argumentó que el sistema del tanque de combustible de ese modelo era seguro y cumplía con todas las condiciones del Gobierno federal. El abogado de Anderson, Brian Panish, convenció al jurado de que General Motors sabía que la ubicación del tanque de combustible no era segura y no tomó las medidas necesarias para proteger más el vehículo.
«La General Motors decidió que no valía la pena hacer la reparación», sostuvo Panish. Sheila Nash, miembro del jurado en el Tribunal Superior de Los Angeles, dijo que sus compañeros encargados de juzgar el caso llegaron a la conclusión de que GM conocía el problema pero estaba más interesada en el lucro que en las reparaciones.
El accidente que condujo a esta demanda ocurrió cuando Anderson, con sus cuatro hijos y un amigo viajaban a Los Angeles después de un oficio religioso de Navidad.
Cuando se aproximaban a su domicilio, otro vehículo chocó con el de Anderson, que estaba parado en un semáforo, produjo la rotura del tanque de combustible del Malibú e hizo que el coche estallara en llamas.