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Volvo S60

Estéticamente, sin ser un vehículo excesivamente llamativo, sí que tiene mucho encanto personal, además de tener pequeños matices deportivos que lo hacen especial. | Miquel Àngel Llabrés

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Volvo Cars es un fabricante de automóviles con sede en Gotemburgo, Suecia. Fue fundado en 1927 y en 1999 fue adquirido por la Ford Motor Company como parte de su Premier Automotive Group. En la actualidad, curiosamente la empresa pertenece a una empresa china, que la adquirió el año 2010.

La marca se ha caracterizado siempre por tener un especial cuidado respecto a la seguridad, tanto de los ocupantes de los vehículos como de los de los otros o de los peatones, con toda una serie de inventos que ayudan en este aspecto tan básico.

La primera versión del modelo que hoy nos ocupa, el S60, se puso a la venta el año 2000; en el año 2010 se comercializó una segunda versión, de la que deriva este modelo, aunque se produjo un restyling a finales del 2013.

La estética de la unidad que hemos probado viene muy marcada por la versión, que es la más deportiva de todas, la R-Design, que tiene muchos detalles que hacen que llame más la atención. En general, la suspensión rebajada, las llantas de aluminio de 18” y los retrovisores grises metalizados son tres de los elementos que distinguen al vehículo del resto de la gama.

La parte delantera destaca por tener un capó con una pendiente muy pronunciada, que acaba en los faros rectangulares bastante regulares. La parte posterior tiene más elementos deportivos, entre los que destacan la doble salida de escape vista, un pequeño difusor en la parte inferior del parachoques o el pequeño alerón superior.

Nosotros hemos probado el D3, modelo que lleva un propulsor de gasóleo de 2.0 l. con 136 CV de potencia. Este motor ha sido una de las sorpresas agradables que nos ha brindado este S60, ya que sube muy bien de vueltas sin apenas ruido ni titubeos.

Para ponerle un pero, a partir de la 4ª las velocidades son demasiado largas, con lo que conviene bajar una marcha para que el motor acelere con rotundidad, que lo ‘sabe' hacer bien. El consumo es otro de los apartados en los que el Volvo triunfa con claridad, ya que los 4'3 litros ofrecidos por la marca no están excesivamente lejos de los 5'6 que hemos conseguido nosotros llevando una conducción mixta y “alegre”.

El comportamiento del vehículo es otro de los apartados donde el S60 da la talla, ya que la estabilidad -gracias en parte a su chasis rebajado- es otra de sus grandes bazas. Traza las curvas prácticamente como un deportivo y es muy fácil hacerlo con la máxima precisión. La comodidad de los pasajeros no se ve perjudicada en absoluto por el carácter semi deportivo del modelo.

El interior del Volvo es también sorprendente en algunos aspectos. Las calidades son buenas, con ausencia de plásticos blandos y duros. El espacio interior está muy bien conseguido, con una buena comodidad para todos sus ocupantes, aunque el maletero parece un poco justo con 380 litros. Del interior quizá llama la atención el panel de instrumentos curioso, con una distribución e indicaciones diferentes, que requiere acostumbrarse.

De la consola central cabe destacar que tenga esta pequeña pantalla central, no táctil, donde la información que se ofrece es poca. Después lleva los múltiples botones que ha puesto siempre la marca en todos sus modelos.

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