Un año más, una llamativa imagen capta la atención de turistas, conductores y, especialmente, los ciclistas que pasan por la cima del Coll de Sóller, una de las ascensiones más reclamadas por estos deportistas que, durante estas semanas, invaden las carreteras de Mallorca. Esa gran cantidad de ciclistas lleva consigo una serie de inconvenientes, como que muchos de ellos utilicen el bosque como improvisado cuarto de baño en el que hacer sus necesidades.
Algo que preocupa y molesta a los propietarios de un restaurante ubicado en ese lugar, que una primavera más han vuelto a instalar un cartel disuasorio en tres idiomas: castellano, inglés y alemán. Con el siguiente mensaje: «¡No es un baño público. Orinar prohibido!». El objetivo no es otro que evitar que esas heces provoquen a su vez malos olores e insalubridad a pocos metros de la entrada y la terraza del establecimiento.
La medida, llamativa y singular, parece haber causado efecto, alejando de ese rincón de la Serra de Tramuntana a los ciclistas que buscan un lugar en el que hacer sus necesidades en plena ruta y al aire libre. Y otra imagen más de la masificación que sufren las carreteras en buena primavera.
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