Montuïri vibró este viernes con la tradición de los Cossiers, un acto enmarcado en las fiestas patronales de Sant Bartomeu. La expectación se palpaba en el aire desde temprano, mientras la figura del Dimoni, siempre enigmática, se preparaba esperando el momento para unirse a la festividad. A las 18.30 h, la Plaça Major se llenó de vida al sonar los primeros acordes de Flor de Murta. Los Cossiers, partiendo desde el Ajuntament, hicieron su entrada con elegancia y ritmo, mientras el Dimoni irrumpía en la escena desde otro punto, lanzando su primera embestida.
El recorrido continuó con el tradicional baile frente a la Rectoria, donde los Cossiers interpretaron El rei no podia, una danza única reservada para este día especial. Los Cossiers y la Dama fueron Josep Canuto, Antoni Bergas, Tomeu Verger, Miquel Miralles, Miquel Àngel Sansó, Bartomeu Rafel Ginard y Antoni Miralles Niell. Con sus coloridos vestidos y el aroma de la albahaca en el aire, acompañaron a las autoridades y al rector hacia la iglesia para las Completes. La comitiva siguió su recorrido por las calles del pueblo, donde los asistentes, grandes y pequeños, se agolpaban para ver de cerca la magia de esta antigua tradición.
Pasadas las 22 horas, la vuelta culminó en la calle del Pujol, donde el Dimoni desató su energía persiguiendo a los jóvenes, repartiendo correazos y haciendo travesuras. Su presencia, temida y a la vez ansiada, arrancó risas y algún que otro llanto entre los más pequeños. El sonido de las xeremies, el colorido de los trajes y la pasión de Montuïri por sus Cossiers volvieron a brillar en un día que es un símbolo de identidad y tradición.