Kiko Gil es el presidente de la Associació de Veïnats de Porto Cristo desde hace seis años. Desde allí reclama mejoras para el núcleo y defiende la necesidad de llegar a consensos en la toma de decisiones. La independencia sigue siendo una de sus reivindicaciones y pese a que reconoce que este cargo no es un trabajo gratificante, «alguien debe hacerlo, y además debe hacerse de una posición neutral», reivindica.
¿Por qué decidió dar ese paso y coger las riendas de la asociación vecinal?
— Antes de que llegáramos nosotros, la asociación era AIPC y al revés. Los miembros de la formación política eran los mismos que los de la asociación de vecinos y esto chocaba con la función de una asociación. Una asociación de vecinos no puede estar politizada. Por eso decidimos dar un paso al frente.
En los últimos meses han mostrado su descontento con el Ajuntament, ¿ha mejorado su relación?
— La verdad es que con Antònia Llodrà, representante de AIPC, sí. Ahora la comunicación es más fluida; sin embargo, con el resto del equipo de gobierno, no. Nadie responde a nuestras propuestas y hemos registrado más de una veintena. Siempre pasa igual, todos vienen a hacer campaña pero después nadie parece recordar que a 14 kilómetros de Porto Cristo hay un pueblo de 10.000 habitantes.
¿Esperaban más con AIPC en el Ajuntament?
— La verdad es que sí. Sabemos que están atados de pies y manos y tienen limitadas sus actuaciones, pero sí. Que el gobierno esté en minoría ayuda a esa limitación. Nuestros políticos anteponen sus diferencias personales al interés colectivo. Me atrevería a decir que no sé hasta que punto es bueno para AIPC estar en este gobierno pues la gente de Porto Cristo tenemos quejas y problemas que resolver y no pueden resolvérnoslos.
¿Sería diferente la situación de Porto Cristo si fuera un municipio independiente?
— Por supuesto, por lo menos no tendríamos que estar pidiendo limosna al Ajuntament de Manacor para cualquier tema. Desde aquí no tenemos capacidad política para colocar una simple papelera o cambiar una señal de tráfico en mal estado. Todo ello genera un sentimiento muy frustrante. La verdad es que mientras en Manacor están encantados, nosotros estamos desencantados.
Entonces, ¿entiendo que la independencia sigue siendo una reivindicación del pueblo?
— Sí, por supuesto. Creemos que al menos es necesario escuchar al pueblo. Saber qué quiere la gente de aquí. Una consulta sobre este asunto sería todo un detalle por parte del Ajuntament. Además, teniendo en cuenta que el Consistorio actual lleva por bandera las políticas participativas...
¿Cree que ganaría el sí?
— Saldría un sí rotundo. La gente de Porto Cristo tenemos el sentimiento de pertenencia bastante arraigado.
Hablando de necesidades, ¿cuál es el punto negro de Porto Cristo actualmente?
— El Punt Verd. Necesitamos este espacio de forma imperativa. El pueblo está sucio. Sabemos que parte del problema es el incivismo de la gente. Sin embargo, a ello hay que añadir que la empresa concesionaria no da la talla. Al final quien lo paga, somos los ciudadanos. Tenemos constancia que se están haciendo trámites para que el Punt Verd sea una realidad pronto, pero vamos tarde. Ahora somos 10.000 personas pero en dos días seremos 30.000 y la situación empeorará. Sa Marineta, la plaza del Sol i sa Lluna o la de los Enamorats son puntos críticos. Porto Cristo está a punto de convertirse en un vertedero.
¿Y el tema primera línea?
— Bueno, suponemos, porque no lo sabemos, que con las obras que se empezarán en la avenida dels Pins abrirán la calle Bordils, aunque sea solo en un sentido. De todas maneras esto será solo una tirita en una cicatriz. Por querer pacificar primera línea han condenado otras calles.
¿Ve útil la Junta de Districte?
— Es un órgano sin ninguna competencia por lo que mientras siga así, es inútil.
¿Podría decirnos una reclamación histórica que no llega?
— Por ejemplo, una cosa tan simple como una sala multifuncional. Nos prometieron que con la nueva escoleta se podría hacer y por ahora no tenemos ni una cosa ni la otra.
¿Cómo piensan conseguir ser escuchados?
— Estamos dispuestos a usar todas las armas a nuestro alcance para ello, aunque sabemos que llegamos donde llegamos. No queremos un enfrentamiento, queremos que se nos escuche. Estamos para ser críticos pero también felicitar si es el caso.