La saludable tradición de degustar caracoles el día de Sant Marc se ha vuelto a cumplir entre manteles, conversaciones entre amigos o familiares y brindis. Toneladas de este molusco han sido los protagonistas de las mesas en casi todos los hogares de la Isla. Pero especialmente si hay un lugar donde, año tras año, se festeja este ritual en el restaurante es Cruce de Vilafranca, que se ha convertido en un auténtico templo de caracol donde gente de todas las edades, llegadas desde diferentes puntos de vista rinde culto a este manjar.
«Qui menja caragols per Sant Marc, gaudeix de bona salut de franc». Y es que más vale prevenir, sin ninguna duda. Por ello es recomendable hacer caso a esta creencia popular para evitar reumas entre otras enfermedades. Y es que sea cierto o no, tradiciones que saben tan bien no pueden dejarse perder. Guillem Garí, propietario de Es Cruce lleva toda la semana preparándose. «Son muchos los que adelantan la cita y vienen a buscar los caracoles dos o tres días antes».
Este año en la cocina de este establecimiento se han cocinado en grandes recipientes hasta 5.000 kilos de caracoles, lo que supone entre 12.000 y 13.000 raciones. «Casi la mitad van destinado a particulares que vienen a buscarlos para comer en casa». Y es que también parte del personal se dedica con todo el cuidado a preparar los recipientes de diferentes tamaños adaptados a la cantidad que cada uno solicite.
Garí sabe muy bien cuales son los ingredientes necesarios para hacer los caracoles. Y no tiene ningún problema en desvelar este ‘secreto'. «Las hierbas son esenciales. Luego ponemos mucha carne pollo, gallina, costella alta, carn magre, panxeta, sobrassada, botifarró...». Lo que nunca pueden faltar para acompañar a los caracoles es el all i oli. «Este año hemos hecho 700 kilos». Gari recomienda un buen vino, mejor de la tierra.
En los diferentes salones del restaurante se han servido sin parar las raciones de caracoles. Rosario Duarte, Carmen García y Boni Rodríguez, desde Felanitx se acercaron a cumplir la tradición.
También había largas mesas de amigos desde diferentes puntos (Palma, Llucmajor o Porreres) que compartían pasiones culinarias. Algunos bromearon: «Están tan ricos que sin duda tiene poderes curativos... al menos en el día de hoy».
Incluso los que se encuentran de vacaciones en la Isla no quisieron perderse este ritual. Así lo ha explicado Pedro Marín. «Yo soy de Barcelona y he venido a pasar unos días de vacaciones en casa de mis cuñados. Hemos decidido sumarnos a esta tradición». Mientras tanto largas colas de personas aguardaban su turno para tener una mesa, con paciencia. «Vale la pena, todo sea por la salud», comentaron. Per molts d'anys! .