El estado del pavimento de la carretera que une Palmanyola y s'Esgleieta, los núcleos que forman parte de los municipios de Bunyola y Esporles, respectivamente, ha elevado las voces de alarma de los usuarios habituales de la vía Ma-1140, una ruta de apenas 3'3 kilómetros que soporta una densidad diaria de unos 6.000 vehículos. Porque además de los vecinos y visitantes, la ruta sirve de acceso a la carretera de Valldemossa y a la UIB para numerosos estudiantes, docentes y empleados, especialmente desde el Pla y es Raiguer.
El deterioro del asfalto, parcheado en algunos tramos, unido a la falta de un arcen que en ocasiones muestra peligrosos desprendimientos, hace más delicada la circulación por ese tramo, cuya estrechez y ausencia de escapatorias eleva el riesgo de unos accidentes que en más de una ocasión han provocado serias retenciones en sus vías de acceso y que afectan especialmente a vehículos pesados.
También hay un tramo cercano a Palmanyola y Sa Font Seca que es susceptible de inundarse cuando se registran fuertes precipitaciones. En diferentes sectores, los baches y las soluciones improvisadas complican la circulación, más en épocas como la primavera, pues es además un tramo muy usado por los cicloturistas a la hora de unir la Serra de Tramuntana con comarcas como el Pla o es Raiguer, en dirección hacia sus destinos vacacionales, como son el Port d'Alcúdia o Playa de Muro.
En febrero de 2022, el Consell de Mallorca presentó a los vecinos el proyecto de reforma de la vía, presupuestado en 6 millones de euros, y que comprendía una rotonda de acceso a Palmanyola y Sa Font Seca, además de un vial cívico. A la espera de que se haga realidad, la inseguridad y el peligro de la vía se acrecenta en días de lluvia, agravado por el estado de varios segmentos de su trazado. Entre las peticiones vecinales, está la recuperación también del camino entre Palmanyola y Raixa.