A las doce del mediodía con una temperatura de 32 grados (y 36 de sensación térmica) la Fira de Setembre era un hervidero este domingo. Los abanicos no daban abasto y el corto recorrido de la feria estaba repleto de ciudadanos que no quisieron perderse la renovada Fira de Setembre. Una feria que parece que ha cobrado fuerza tras su apuesta por la artesanía, el producto local y la gastronomía. El recorrido se centraba en tres únicos puntos de la ciudad: la plaza de sa Mora, la calle Lleó XIII y la plaza de Sant Jaume, un nuevo eje semi-peatonal que sirvió como reclamo para que familia completas pasearan ayer por la mañana por el centro de la ciudad.
Así, las paradas de jabones, abalorios de bisutería o manualidades se entremezclaban con las senalles de llatra o las camisetas de dimonis en la calle Lleó XIII. Una oferta dispar que por la mañana atrajo a un numeroso público. Mientras, en la plaza de Sant Jaume los más pequeños disfrutaban con los juegos infantiles instalados para la ocasión. Y en la plaza de sa Mora la parada de frutos secos hacía su ‘agosto' junto con otros stand gastronómicos.
Entre ellos no faltaron las mermeladas de las monjas de Benedictines. La intención, como explicó la delegada de Fires, Júlia Acosta, era afrontar unos cambios para una feria que «había crecido para convertirse en una especie de mercado muy grande». La renovación surgió su efecto, aunque algunos comentaban que era demasiado «escueta». Mención a parte también merece el concierto solidario que se celebró el sábado. Un recital benéfico a favor de ELA Balears que congregó un numeros público implicado en la causa.