El caballo mallorquín lleva décadas en la lista roja de animales en peligro de extinción. De hecho, en 1988 solo quedaban 27 ejemplares de este equino en el todo el mundo, una cifra que hoy en día ha conseguido remontar gracias al trabajo de diferentes asociaciones y el esfuerzo de sus socios y ya se sitúa en 340 ejemplares. La Asociación Española de Criadores y Propietarios de Caballos de Pura Raza Mallorquín es una de ellas.
Esta asociación nació en los 90 y a día de hoy cuenta con un total de 44 socios. Su objetivo ha sido siempre el mismo, hacer sobrevivir el caballo mallorquín. Una tarea nada fácil que sus miembros han llevado a cabo sin tregua a pesar de las dificultados porque «es su pasión», tal como cuenta Tomeu Adrover, Parrulla.
Adrover es uno de los socios que más caballos de raza autóctona tiene en propiedad. «En estos momentos tengo 18 caballos y de ellos, 3 yeguas embarazadas. Todo un éxito», comenta. Y es que la reproducción de la especie es la base de su supervivencia.
Y es en este sentido donde la Asociación ha trabajado mucho durante estos más de treinta años. Toni Mas, secretario de la Asociación explica que «se ha conseguido crear un banco de semen donde se almacena con nitrógeno para su mejor conservación». A través de él, cada vez que uno de los propietarios tiene un ejemplar considerado bueno se procede a la inseminación. «Este proceso es muy complejo, largo y costoso», matiza Mas.
Además, de esta manera se consigue evitar cualquier tipo de fraude «se analiza la sangre cada animal que registramos para asegurar de quien es hijo. Con una prueba de ADN sabemos quiénes son sus progenitores y aseguramos que sea un pura raza», acaba Mas.
El 2008 fue uno de los mejores años para el caballo mallorquín cuando nacieron 33 ejemplares, «fue la subida más grande desde que hay registros». Este año parece que las cosas siguen por el buen camino y se prevé se produzcan hasta 22 nacimientos.
El caballo mallorquín estuvo a punto de desaparecer con la llegada de la tracción mecánica, pues «dejó de ser útil». Sin embargo, el trabajo de los amantes de este animal ha hecho que en la actualidad «haya cada vez más afición», como cuenta Tomeu Parrulla. «Ahora hacemos crianza y hay demanda» y es que «es un caballo noble, adaptado a nuestra Isla y fuerte», matiza. Tomeu trabaja también en la Asociació Balear de Tracció Animal desde donde se impulsan iniciativas como son la muestra de herramientas antiguas o la fiesta del batre para potenciar la afición a las tradiciones ya animales mallorquines y que los jóvenes «conozcan de donde venimos para que puedan conservarlo»